El camino de la vida es largo, complicado,
irresistible y a la vez maravilloso.
Durante él vivimos entre miles de
acontecimientos,
combatimos como en las mejores de las
batallas.
No existen ganadores o perdedores
en sí la vida no es una guerra.
Combatir la envidia con una sonrisa,
la ira con el perdón,
abandonar el espacio donde el temor
se vuelve valor.
Caerse y levantarse siempre,
acoger los sentimientos de los demás
como los tuyos propios.
La llave de la vida, comienza en el
corazón,
en el pensamiento.
Juzgamos sin ser jueces,
invadimos sin ser piratas
o como en las mejores de las historias,
la vida es más fácil de lo que la
complicamos.
Atentamos la alegría de los logros de los
demás,
cuando deberíamos compartirlos.
El camino se hace piedra a piedra
luchando por tus metas,
compartiendo tus triunfos
y aceptando tus derrotas.
A veces quien más opina
es el que menos sabe
y la realidad le invade por la angustiosa
envidia,
que se acopla en tu sombra
para dejarte sin vista en el horizonte.
No existen mejores o peores personas,
sino los momentos compartidos con ellas.
Criticar al prójimo para agrandar tus
logros
no te llevará al espacio que deseas,
el rencor y el odio son malos
acompañantes de tu camino.
Surgirás a la deriva sin destino,
perdiendo la brújula
motores sin combustible
que dejaran una imagen innecesaria.
La vida es vida, síguela componla
y abre la llave que guardas en el alma.
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